Me ha dado mucha pena.

Punset ha cogido el último tranvía.
Y ha dejado en cada pan de molde
la posibilidad de plasmar
una idea, un sueño o un sándwich
de raciocinio y demencia.
Me gustaba tanto Punset
que imaginaba cenas con él
de bufet frío
y una rosa roja encima de la mesa.
De la piedra filosofal.

Cuando muere un ídolo
se llenan de nenúfares los lechos.
Y las vacas dejan de producir leche.
Los moluscos con perlas de PVC
cierran en señal de duelo su boca.

Todo tiene una contracción gestante,
un revoltijo o un bucle
de trigales al viento.

Punset con su programa de Redes.
Me alegraba los domingos
de tardes donde la gente miraba películas alemanas para madres y suegras.

Se mueren, los héroes.
Quién sabe si un día se donarán las neuronas.
D.E.P.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de "Hasta dónde el daño" de Fer Gutiérrez

Reseña "Piscina del Oeste" de Ágata Navalón

Reseña "Pústulas" by Raúl Ariza