Frondosol

Hace un día precioso
los niños miran a los pasteles
y el cielo luce su mejor make up.
Qué ganas de ir a la playa
a trotar como un galgo
por la arena y ver las olas
como botellas que caen
de la cinta de suministros
en la fábrica.

El sol te invita.
Y tú deseas con fuerza acudir
a su boda pagana.
Aunque sepas que te está matando
y que las súbditas pecas
se vuelven demonios
sobre esta piel
que en cada radiación
cotiza con el trópico de cáncer.
Es mejor que te ocultes
bajo los ungüentos de las opciones.
Que te quedes recluida
del verano. Y esperes a una hora prudente.
No puedes quemarte
a pesar de la ansia suicida
de que la brea me empape
en un paraje luminoso.
Esperarás el ocaso de los dioses.
Y como un vampiro
saldrás de tu pena
a sorber la gota de la negrez
más inmediata.

Quédate quieta al sosiego.
Busca un país frío.
Y aléjate de esa gente
que huele a estofado con ajo.
Qué te saca a la plaza
a 40 grados buscando la derrota
en esta enfermedad de la luz.

Que te da de comer cáscaras.
Porque se creen superiores a ti.

Es cierto, el sol me mata
como a una hoja de sauce.
Pero ellos ni se acercan daño
hacerme. No, no perforan.
Les oigo y rezo por ellos.


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