Un pimiento.
Me preguntó con grandes dosis
de ironía. Si hablaba polaco.
Ya que mi último poemario
aterrizaba en plena Polonia.
Pude haber contestado
pero, sonreí al contemplar
una velada provocación
ante la ignorancia de esa gente
que es menos humana.
Los poetas.
El poeta de China.
El poeta de España.
El poeta de Rusia.
El americano.
El argentino.
El egipcio.
El chileno.
El polaco.
El portugués.
Y un largo etcétera de poetas
de hospederías diversas.
Conversa con el mismo alfabeto.
Hay un lenguaje común y,
a la vez disparado.
Un idioma para todos
que tiene tres orígenes
con sus respectivos dialectos.
La cabeza, el corazón y el culo.
de ironía. Si hablaba polaco.
Ya que mi último poemario
aterrizaba en plena Polonia.
Pude haber contestado
pero, sonreí al contemplar
una velada provocación
ante la ignorancia de esa gente
que es menos humana.
Los poetas.
El poeta de China.
El poeta de España.
El poeta de Rusia.
El americano.
El argentino.
El egipcio.
El chileno.
El polaco.
El portugués.
Y un largo etcétera de poetas
de hospederías diversas.
Conversa con el mismo alfabeto.
Hay un lenguaje común y,
a la vez disparado.
Un idioma para todos
que tiene tres orígenes
con sus respectivos dialectos.
La cabeza, el corazón y el culo.
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