No soy fácil de bregar.
Las alacenas tiemblan
con notar su presencia
aunque aparente que no ha roto nunca un plato.
Un día perdió la sombra en una selva
y tuvo más anillos que dedos.
Salió por patas y no era una araña
con botes de pintura lanzaderas
que escribieron tragos de poesía.
No es fácil doblar las sábanas del egoísmo
ligeramente insoportables.
Pero, de mis rarezas y
posos de lo que fueron marcas y cicatrices, crea, Dragón rojo,
que los cuervos para aquellos que nunca conocieron
los canarios de las minas.
Pían igual o más.
Que la verdad en mis besos.
Graznan a menudo, aunque los creamos oír piar a veces.
ResponderEliminarMuy efectista te salió este apunte.
Un abrazo.
Prefiero un graznido sincero, que una coral de ruiseñores falsos. Gracias Julio.
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