Mero trámite.

En esta sardina pretenciosa de cetáceo 
que habito, con las raspas en médula
protuberancia para andar con pie suelto, igual que centavos
en un regurgitar a los quioscos
de prensa y raciones.

El fuego no existe en el color rojo,
se antoja a su módulo que huele a la piel de los musgos,
a ser el caldero 
donde mi mano se ase a la tuya.

De espinas peces,

de rosas que no existen.



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