La despedida.
Abrí las manos
como una niña desprovista de calcio
lanzando mendrugos
en un acto irrevocable
a los cisnes de Darío.
Quedándose desnudas,
desnudas de su máscara,
de su cuerpo de Atenas.
Mirilla en el clavo de su ojo,
y vacías
con una pena matemática
del que ama con la lealtad de Alejandría,
del que muere respiro a viento
en este azote.
Vuelta de anís
le vi marchar
como se alejan los soldados
a la Guerra de las Galaxias.
Y pensé trémula,
de tanto vacío manual,
si gira su rostro greco
tres veces en sortilegio
me ama.
Y acontecieron las tres vueltas de girasol
de su cuello
hacia mi boca, ojos y noche.
Sus pies eran ruedas y lanzando besos
a la ciudad ciega
de nuestra despedida, sentencié, me ama.
Lástima, que no sea en esta vida.
como una niña desprovista de calcio
lanzando mendrugos
en un acto irrevocable
a los cisnes de Darío.
Quedándose desnudas,
desnudas de su máscara,
de su cuerpo de Atenas.
Mirilla en el clavo de su ojo,
y vacías
con una pena matemática
del que ama con la lealtad de Alejandría,
del que muere respiro a viento
en este azote.
Vuelta de anís
le vi marchar
como se alejan los soldados
a la Guerra de las Galaxias.
Y pensé trémula,
de tanto vacío manual,
si gira su rostro greco
tres veces en sortilegio
me ama.
Y acontecieron las tres vueltas de girasol
de su cuello
hacia mi boca, ojos y noche.
Sus pies eran ruedas y lanzando besos
a la ciudad ciega
de nuestra despedida, sentencié, me ama.
Lástima, que no sea en esta vida.
Marabilloso me encanto.felicitaciones
ResponderEliminarGracias Anónimo,
ResponderEliminar