Caridad dubitativa
Siempre me quedará la marca
pero también la incertidumbre
igual que el sol extremo de un cigarro
si osó tu calentura de gripe
escribir un viejo poema con mi nombre.
Me quedará la aparatosa nave
que vigila la meteorología
prisionera de ver la tierra desde el cielo.
La pena de no saber
si no fui más que un sueño.
De traje alquilado
para visitar la feria de mis ojos
cuando te veían.
Fe trasquilada de lana
en todos los bonitos jersey de punto
con un hilo suelto
a las conjeturas de los demás.
Soy Isolda. Y ciega imagino
que quizás, en busca, plegado ala,
cubierto de tiza, manirroto y un buratacho por firma.
Haya un pedazo de papel
sincero de desnudez
con lo que se elude
la verdadera historia de la huida.
Dentro de un bote de café
o una lata de galletas danesas
la carta que nunca tuvo destino
de un viejo con un amor sin poema ni nombre.
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