El sensor de las moscas

No hay manjar sin mosca
ni mosca pertinente.
El que descarguen sobre tus paletas:
Una ráfaga de fracasos con el hedor
del whisky, las novias paralíticas
que perdieron el paso en los altares.
La piel escamosa.
Los billetes con huellas de almizcle.
Los rebuznos en bares
bajo la calidez de los focos,
igual que una mosca escalando la
bombilla.

No soy un barreño.
Ni tampoco la diana
ni el dardo.

Sólo un ser de helechos y alambre
dibujado en la mente.
Un abrazo.
Un beso temprano de uva.

La mosca que vuela dentro de tu cabeza.
La mosca aleatoria de mi corazón.

Una mano en el hombro.
Un café hecho con la medida de la paz.
Un bosque con cabaña.
El pañuelo blanco de mi sonrisa.

La mosca que nos jode
y no te das cuenta.

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