Reseña "un solo árbol" de Patricia Crespo
El oráculo del bosque
Patricia Crespo, poeta, dramaturga, gestora cultural y activa voz literaria en redes y medios, entrega en un solo árbol (Editorial Milenio, 2024) una obra de poemas potentes que exploran, desde la intimidad, los temas de la supervivencia y el vacío en el proceso del olvido.
Crespo utiliza la imagen del árbol como símbolo de la búsqueda interior y la transformación personal, explorando a través de este recurso una perspectiva profunda y reflexiva de la experiencia.
Al principio, el árbol evocado parece ser un olmo machadiano o un ciprés, solitario y erguido en un camposanto. Sin embargo, a medida que se avanza en la lectura, el árbol solo se transforma en un roble firme, pletórico, como la diosa Olimpia (protectora de la familia, el hogar, los partos), capaz de soportar tempestades, ofrecer sombra, cobijar pájaros y dar frutos. Un árbol que encarna un simbolismo vitalista, pero a la vez frágil, especialmente en el caso de los árboles caducos que, al mismo tiempo, atraen rayos en la tormenta: la exposición, desde la sinceridad emocional, nos convierte en seres vulnerables de la sociedad actual.
La segunda parte del poemario canaliza la mirada poética hacia la herida, alude a las brechas, y desarrolla la tensión entre el nudo y la boca, esta última una palabra clave en el libro, pues representa la capacidad creativa de expresar el dolor, la rabia o la alegría. Las cavidades o huecos en los árboles —agujeros en el tronco, túneles de lo desconocido— surgen como metáforas del desgaste psíquico y físico.
Aquí, el árbol se percibe como un ser afectado por el temporal, vulnerable a la carcoma, las plagas y los efectos de la humanidad, reflejando los impactos del abandono y la traición. De esta anatomía arbórea emerge un bosque, una horda que sugiere la resurrección y el fortalecimiento que siguen a una crisis individual.
Crespo recurre a un lenguaje de extrema belleza y sonoridad, donde cada palabra resuena con la textura de la madera y las nervaduras de las hojas. Esta elección léxica, rica y poderosa, evoca el crecimiento y la madurez de la poeta, reflejando una consolidación en su etapa de plenitud creativa. El árbol, único como un faro, se convierte en símbolo de la soledad productiva y del aprendizaje continuo. Se trata de un libro profundamente reflexivo, generacional y filosófico, que invita a una toma de conciencia sobre la escenificación del medio en el que se enfrenta a la adversidad.
El libro "un solo árbol" también resuena como una obra de consagración y plenitud espiritual. Con referencias a mitologías clásicas u orientales y citas latinas, Crespo reencarna el árbol en su obra, siguiendo el camino trazado por autoras que, al igual que ella, han hecho de la sinergia con el entorno botánico, una voz singular. La poesía de Diana Bellessi y Emily Dickinson, la obra de Ida Vitale en El Jardín de Sílice, así como, La mujer habitada de Gioconda Belli, y Árbol de Diana de Alejandra Pizarnik, se alinean con esta tendencia de explorar el reino vegetal y su simbolismo.
Así, "un solo árbol" se erige como un libro de plena madurez artística, donde Crespo utiliza la naturaleza como una puerta de entrada a la reflexión sobre las temáticas esenciales de las relaciones humanas, con el valor extra de lo ecológico. La expresividad desbordante de estos versos refleja un viaje hacia el autoconocimiento y la contemplación de la vida y, sobre todo, el resultado que ha supuesto el trance de una serie de acontecimientos.
El árbol es una figura estática, firmemente arraigada a la tierra; representa las convicciones familiares, los valores en alza, la estabilidad y el anclaje frente al movimiento, lo cual evidencia la intención de la autora.
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