La escalinata

He subido la escalera

buscando la luna 

en tu apartamento.

Peldaño anquiloso

que a un abismo se asemeja

en la cruzada de los que moramos

con el hábito

de la necrosis esperanzadora.


Te echo de menos

en el aguafuerte de cada vertido,

la incomprensible fe 

de los desahucios 

que arañan el portal de una casa 

y nadie a su desamparo auxilia.


Cada uno plañe 

por una historia u otra, 

la mía es un cable que electrocuta 

la tuya una aberración política 

ideal para los aburridos 

que ponen en venta su satélite 

y lo lanzan tan lejos

que necia desconozco 

su paradero.


Mi conducto carcelario 

estrangula, 

está anclado a una máquina del tiempo 

y según el corte al rojo o al azul

explota de un modo tan ofensivo

y sangriento 

que el corazón se transforma 

en un caracol 

de carretera.


Yo tuve un amor loco, 

era un Dios letal y astuto 

que me convirtió en un chicle 

de un niño sin dientes.

Estuve supeditada a él muchas lunas,

pero yo sabía donde bullían

y su lecho era la rosa negra

de una muerte.


Tenía esa soledad en los ojos del maltrato 

y me enamoré de su espina 

como hacen los poetas con las uñas cortas.

Tal vez yo no era el suficiente caudal 

y la ronda era su deporte olímpico.

Qué poeta más pésimo era 

pero que gran fingidor de la palabra 

en la argucia de sobrevivir 

en una selva de coches Nissan

con el papel romántico.

Lo único que echo de menos 

eran sus manos en mi espalda 

y el olor a hipérico.

Luego me enamoré de otro Pessoa 

de alterne,

qué diván más cómodo 

cuando descubrió los muelles 

que vértebra a vértebra

iluminan los ojos 

de aquella luna que yo subía

peldaño a peldaño

y allí resplandeciente 

me aguardaba.

Ahora, vete a saber 

dónde ejerce su crueldad 

de nácar y anémona.

Esta pena que mata 

qué tiene nombre y planeta,

esta asfixia 

de calamar atrapado entre mis branquias.

Volver, yo quiero volver 

a la isla, quiero tener cerca 

lo que un día nació de la fe 

y que todo este amor que tengo

sirva para curar  

y no arder.

Peldaño a peldaño,

Levante de rodilla

y madreselva.

Tanto amor que muere,

que prolijo me mata 

y desguaza.

Porque lo único que podía hacerme quedar 

en estas tierras

ha sido enviado a la luna.






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