Burdeos

Dicen que el viernes es el mejor día de la semana.

Los crisantemos florecen y los mosquitos

borrachos de rojo 

descansan bajo la farola.

Hay que inventarse una jornada propicia

para cerrar pactos y realizar escrutinios.

Arremangarse las vestimentas

y traficar con el cuerpo

el ansia oscura de la experiencia.

El amor con cara de viernes,

es la antesala de cualquier film francés

e invita a descorchar una botella de vino.

Observar la pupila

con el certero ojo del cazador 

mientras el sorbo a tientas 

seduce al reloj un festejo.

Luego los otros se trastean

y preguntan porque en viernes

se comenten todas las locuras.

Esas que nos hacen humanos

y nos desprenden de la zona de confort.

Amar, con el riesgo

de las ánades antes de emprender el viaje.

Por instinto

y sin esperar nada a cambio.

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