Lectura Medea de Chantal Maillard

Medea de Chantal Maillard (Tusquets) fue mi lectura de martes. Aún estoy conmocionada por la carga emocional de cada poema. Un libro dividido en tres partes como si se tratasen de tres actos teatrales, los versos se enumeran por fragmentos, rotos, pedazos de cristal, tramas wagnerianas porque el arrojo y la rotundidad de la heroína, la cual reside más allá del bien y el mal, se enfrenta al escarnio, a la reprobación de unos actos sangrientos. En este caso, alumbrar es considerado un atentado en un mundo hacia la desintegración. La filosofía es el eje de este libro a través de la palabra, la gesticulación, las pausas junto con una intensa retórica y juegos lingüísticos.

Medea, titánica, elucubra razonamientos, con el hilo de nuevo en su sutura. Errante cruza el agua de la vida haciendo un balance cíclico nada halagüeño de los dogmas divinos cómplices de la culpabilidad y el juicio hacia los seres humanos.

Observo la preocupación de esa autodestrucción a través del hambre, cima de la vorágine del planeta.

Existe una exaltación absoluta a la exculpación, a la libertad individual, a la condición animal presente (la perpetuidad de las especies, la plaga, el exterminio, el depredador) que inspira credos culturales, yuxtapuestos al verdadero origen de las personas y del raciocinio.

La voz reivindicativa, es puro feminismo transgresor, que solamente una genia como ella puede dictar con una elegancia operística y profunda, con clase y maestría.

El libro puede ser perfectamente adaptado a una pieza teatral, pues, la dramaturgia, el diálogo con los captores y la pasión lo trenzan a una puesta en escena arrebatadora y electrizante.

Cada parte del libro, te explica el contexto en que Medea se enfrenta a los demonios ajenos.

Y la actualización del mito de los clásicos a los nuevos tiempos tecnológicos, es un gran hallazgo sociocultural.

Medea.

Bravo.

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