Valía Personal

 

Tengo aún las piernas, recias de troncos.
Y los brazos del cañaveral.
Y las retinas de las más despiertas criaturas.
Creo en cada acequia que piso
buscando esa alquimia de llegar a un lugar concreto.
Hay tanto amor en cada uña
que crece para sujetar el don del campo.
En el molar que mastica
la frase que viaja sorbo hacia la tráquea.
Que ha anegado los surcos de mi faz
en un cántico indígena de los que moran
en haciendas prendidas por el fuego.
Los científicos buscan pócimas.
Los mercaderes de sus telas vestir los barcos de la ignorancia.
Y el amor que árbol rompe
este cometa andar de mujer
de madera de galeón, de garras de bar
cuando el alcohol era mi único "folloamigo".
De lanzas por extremidades,
de mirar luna y patagónico.
Donde el amor se presenta
con un traje de carnero frente a un cuerpo que quiere viajar desnudo.
Esta fortaleza que emana
de mi sexo, el manto chamán
desenterrado después de la guerrilla.
Tanto amor que mueve
el mar, los coches en la autopistas.
Los timbres, los semáforos.
Las manos florecidas ante el combate.
Los pies ácidos para exterminar
todo aquel que intente serrar mi hembra heredad.
Mi hacha de guerra:
"La confianza de las tierras movedizas"

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