Intolerancia

Escribir sandeces y
en alguna ocasión, un poema.
No deja de ser un oficio
de pescador de caña.
Te quedas con un palo y la inmensidad
durante un carajillo
y aparece de la nada, una pieza o un despiece.

De atleta rusa
en las olimpiadas del invierno rojo
contorneando los músculos de su faz
antes de saltar el potro,
con el embadurne de talco,
la axila sudorípara
y la musicalidad del mundo que nadie escucha.
Y ale-hop
con doble mortal
de plagas, de desengaño, de amor
sobre el tapiz góndola
de la vida.
Hilo tenso de pez.
Hormonas para evitar el declive
de la imposibilidad.

A veces escribo
y de entre los escombros
asoma la cabeza
del poema sobreviviente.

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