Con frío y ojeras

Esta manía de poner costes
a la existencia. De abarcar las pistas.
De la nieve.
De los ojos en caída libre desde la torre.
De tu forma de perforar el papel.
Y de hacer agujeros a las branquias.
De disimular la vista hacia lo efímero.
La impostura de la felicidad
que sigue salpicando la taza del retrete.
De mirar lo que no es tuyo.
De santificar a la mierda
de lo que fue, y fue, y no fue.
Y una que de boba sabe oler lo muerto.
Empecinada sigue rodando
por las escaleras.
Yo no soy tu sueño.
Soy amargura. Herida al cubo.
Taladrada e insolente.
De verdad pura e impura.
Alta y baja.
Coja y veloz.
No soy, la estampa.
La virginal perfección de lo inalcanzable.
La estatua.

Sangría mensual.
Toso y mis niñas lucen las legañas
del insomnio.
Soy la carne que del alma salió.
Y se pudre.
Y envejece.
Y coge un espejo y envía señales de luz
a tu cretina ceguera.
Qué cree que la perfección existe
en la mala gana.

Enfermo, canto y río.
Soy una mujer, un invidente poeta.
No pretendas reinas que del pueblo
mi harén es mi estandarte.
Mujer con ojeras y frío.

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