La imperiosa necesidad de escribir,

Ha de entender que la poesía habita 

en los malditos puentes 
de la hermandad que vive chocando sus coronillas 
contra el sistema de las rancias auroras,
púgiles intentando taladrar a las palabras.

La escritura se desliza igual que un ciempiés
por la médula, vértebra a vértebra,
te clama en el hígado
supurando en sobredosis
hasta la extenuación
la sangre negra.

En bandada de proyectiles el alma entre los versos
un  gallo de pelea que lanza los ladridos a los soles,
contra el pan duro, las manos del plástico,
las flores huecas,
la inmundicia del ser gusano.

Filantropía homicida
que necesita cacarear.

Aunque sea debajo 
de las aguas de los barcos 

para morir escribiendo
después de la lluvia.

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