Vistas periféricas de los ángeles sin ojos.

La vida, esa apócope de poemas
insertados en caras, labios,
y estrafalarias apuestas de sol y de lunas con dientes.

Como una alimaña enseña
los reversos; pero, siempre hay un número
que no cuadra con la llave de un hotel
frente a la puerta 345.

Llamar al servicio de habitaciones,
olfatear el cloro de las toallas
y buscar "rato-línea" entre los obsequios,
cortesía de aseo, de una fábrica en Beijing
que abastece con 30.000 pastillas de jabón,
15.000 peines porque existe la calvicie de las palabras.

Y una esponja de calzado tan diminuta
que no logrará acallar los pasos,
de los maleantes que hacemos de la rima una psicosis,
y que nos gusta lamer los dedos en sincronía ante el resultado
de las catástrofes escritas.

Todo cabe en un estuche, hecho para nomos,
que recicla los instantes que tú y yo resucitamos
en aquel hotel adyacente  a la antena de telefonía móvil,
rebosante de "pajarocópteros" que no piarán lo que vieron.

En la habitación 345.

Service Room , para los amigos.

Picasso (1901) La habitación azul.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Reseña de "Hasta dónde el daño" de Fer Gutiérrez

Reseña "Piscina del Oeste" de Ágata Navalón

Reseña "Pústulas" by Raúl Ariza