Nostalgia de Abuelas.
Esta mañana
ambas compartimos café,
y le dije:
-Chica, malas noticias.
Sentada frente a un ventilador paralítico
que pretendió ser hélice de hidroavión.
Esa mujer anciana, ramificada esencia
humeaba del libro de los trastos y de los recuerdos
y acarició el flequillo-alboroto, el remolino de las letras.
Eres mi abuela materno-literaria, lo sabes...
!Malas noticias¡
En el formulario,
en la receta médica,
en los banderines de los festejos taurinos
que a ambas nos horrorizan.
Si quieres repongo a Chopin, un rato.
Y salgo a la calle
fluvial de grano torrefacto,
sonriente de Llebeig, Wislawa.
Vamos a reír
a la farola seca sin flores,
porque a mí tampoco me gusta Dostoyevski.
Una mala noticia,
puede ser un gran paralelo hacia la posterioridad
de un coche que no nos lleva a ninguna playa.
Y volviste a la lampara que hospitan
mis protuberancias.
Y reí por ti,
sin saber a ciencia cierta si escribir lleva carcajada.
ambas compartimos café,
y le dije:
-Chica, malas noticias.
Sentada frente a un ventilador paralítico
que pretendió ser hélice de hidroavión.
Esa mujer anciana, ramificada esencia
humeaba del libro de los trastos y de los recuerdos
y acarició el flequillo-alboroto, el remolino de las letras.
Eres mi abuela materno-literaria, lo sabes...
!Malas noticias¡
En el formulario,
en la receta médica,
en los banderines de los festejos taurinos
que a ambas nos horrorizan.
Si quieres repongo a Chopin, un rato.
Y salgo a la calle
fluvial de grano torrefacto,
sonriente de Llebeig, Wislawa.
Vamos a reír
a la farola seca sin flores,
porque a mí tampoco me gusta Dostoyevski.
Una mala noticia,
puede ser un gran paralelo hacia la posterioridad
de un coche que no nos lleva a ninguna playa.
Y volviste a la lampara que hospitan
mis protuberancias.
Y reí por ti,
sin saber a ciencia cierta si escribir lleva carcajada.
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