LIDIA
Cantar riachuelos limpios
de
topos verdes sobre la acera.
Cantar de sonrisas de ecos nacientes entre las ramas,
de
los primeros dientes de leche,
del
amor.
Cuando
el olivo centenario
con
noventa raíces a la vera de su nieta,
cuece tiernas canciones de arrullo,
donde
el terciopelo se vuelve la piel de la sabiduría,
todo,
es
leña que acalora la estancia de un rincón del siglo XXI.
De
vez en cuando existe un milagro,
la
niña del paraguas de vainilla
es
cobijada por el lecho de su bisabuela,
son
esos encuentros fugaces de
eternidad absoluta
del
padre cuando besó la frente al hijo,
de
recién nacido sobre el pecho latente,
del Amor.
Lidia
de ojos azules del
gen paterno,
del llanto que canta aria como su madre Diva,
que
se mece entre lunas Chopin de música
y el
acertijo de
que la belleza es silencio,
tregua,paz,generación arboleda,
chocolate humeante
y
cielos que por primera vez son oídos
al
amparo de un cascabel de enlaces rítmicos.
Porque lunes y domingo se abrazan,
muros
e hiedras se abrazan,
Lidia
gota y mar Bisabuela se abrazan
del Amor.
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