LA HUIDA DE EGIPTO




Jordán se fue con el vaho de la ducha, 

quedando sólo la imprenta en un cristal opaco.

Se desvaneció como la bruma de la mañana mallorquina
que llora rocío al lado de la depuradora.

Jordán como la nube naciente de una elección pontífice,

reencarnación, incluso, de la aerofagia de la mala combustión de un coche.

Como el río que se eleva por efecto del calor solar
hacia los áticos.

Bautizador de gente sin nombre.

Se largó.

Así de corto.

Yo a eso le llamo huir como los cobardes.





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