Felicitación de salvias y escaramuzas.

No hace falta que los árboles exhiban fruta
ni que el mar esté todos los días en calma
para escribir esta carta, que poco papel tiene
y decir que los huracanes son aquellos ojos
que se encuentran.

Es un día especial porque así lo dispuso la sociedad general de los autores
del consumismo que se viste de avestruz
y que caza mariposas.

Por eso mi deseo no es sólo de felicidad,
del burbujeo que siente el agua
cuando cuece las patatas,
de las manos-anillas en palomas con la cabeza decapitada.

Soy yo, y así es mi felicitación,
esa mezcla macabra del tequila en las cosas
y más carretera que meta.

Tú eres la guarida perfecta para morir.
Para que los regalos
sean la destrucción de nuestros propios miedos.

Mi palomo de pecho henchido.
El "Curripipi" de Vallecas
de muchos litigios con el pensamiento.

Sé que me gustas hoy y siempre.
Por eso aunque detestemos los formalismos.
Qué carajo, feliz cumpleaños
porque el siete, es el número de la suerte.

De mes y cielo.

Un beso Oltra.

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