Hierva hierbas

Siento lastimarte, pero he de confesar que tu ciudad, sí, tu faraónico recuerdo levita en un mundo que no existe.


Las calles se han transformado en un reguero de países que, bajo demanda, fotografían su corazón en paracaídas.

Praga, no es más que una pantomima, de lo que en un ayer tú conservabas, la juventud narcótica que patinaba sobre el hielo como una vivencia enlatada. Yo he acudido, en un gesto de venganza, para contaminar cada adoquín con mi vista , con mi pisada para que no hubiera rastro de los tres mejores meses de tu existencia.

Sepultado el oxígeno, he transitado en cada burdel que gozaste, he bebido la miel profana y hasta he codeado con las abejas hospitalarias.

No tengo medios para anunciar mi partida, el exilio de lo que tú y yo fuimos, y esta marabunta de selfies y rostros deformes no hacen más que acrecentar una agridulce sensación de que esta urbe agoniza en estéreo y lo nuestro, no es más que una imposibilidad rémora.




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