Vuela (poemas desde Cracovia)

 I

El día que, en un pozo, caí nieve 

y tuve la devoción absoluta 

de crear un invierno en mi coraza,

busqué el punto inflexible

en mis huesos tirantes

para que tuvieran la cordura

de adorar a la poeta, sinónimo de la justicia.


2

Perfume malcriado de jacintos y pensamientos, 

por doquier a la brevedad

de aquel jardín

que evoca lo que no puede ser.

Bestiario de raíces y órganos

que desfilan con la incomodidad

de los elefantes.

¿Por qué juegas conmigo?

El pétalo arrancado,

el botón con el absurdo destino

de morar en un envoltorio,

de malvivir a través de una hebra

en el etiquetado de la ropa

y no conocer la ventana

que supone el abrazo de los telares.


3


Te honro voz inagotable.

Te venero hito.

Discípula de tu ironía

en una secuencia

de caballito de mar:

Wislawa Szymborska,

porque acudí a tu llamada

cuando mi mundo no tenía nombre

después de la hogaza de una pandemia

con virus bautizados y vacunas equilibristas

en hileras bajo la campaña.


He regresado, porque nada mejoró

con apostar al número trece:

me siento astillada 

y en este versículo de mi pecho

cuaja el peligro o la desidia.

Tal vez sea una señal

el acudir a tu templo,

a maquillar mi pena con el café aguado,

con los ojos de los ladrillos

que cuentan tantos secretos

que saben bien que mi número favorito 

desde el principio al fin es el vacío.

Con los cerezos y mi propio báculo

de peregrina sé que yo hablo 

por mi sombra y he aprendido a caminar,

sin ti madre, 

por los arrozales.



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