Alegría primaveral

No he perdido la esperanza en ti, 

Frankenstein de porcelana.

No he perdido el hilo de tu ánimo,

cometa en cielo de raso

de que tú, tú, tú salieras de esta funda 

de sastre añejo

y nacieran crisantemos irisados

en nuestras manos.

Sentada en el noray,

en la compuerta del infierno,

aguardando ay tu no como una afrenta 

cayó la loza aguardiente 

y ungió en mi pena un alicate.

Han sido meses de escarnio,

de peces de madera sin ojos,

del fin del combate entre las aves y los raíles

con el florecimiento de tu pupila.

Y yo cuestiono:

¿Aquella llama mandrágora

del hechizo amante

puede acaso invocar a Estellés?

Puede tu edén privado 

ser un aparcamiento libre de cargas

para el depósito de mis piernas 

con el sarmiento de alambre.

Invoca boca loca abocada.

Boca loba cada bocado.

Beso samaritano del amor

que un relámpago ha suscitado 

en un hombre que vuelve a sonreír

tras los trenes.


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