Ochovientos
Tienes la boca
llena de raíces, son, son, son.
Retumba el nombre de tu abuela.
Llevando el arado de la historia.
Surcos de líneas, síncope del paralelismo.
Son, son, son.
Este temblor de cigueñal,
de curva sonora. Taconeo
de pared a la casa, botando puentes, ríos y mares.
Y boom, y boom.
La guerra ladra y mujeres ataviadas
con anoraks
huyen como el azufre de la niebla.
Qué olor hará en el bosque, el qué te aleja de tu cuna.
Portando en tus manecillas
racimos de niños con chaquetones
bajo la luna del espanto.
Son, son ochonieblas, ochofraguas,
ochovientos, ochoreclutas, ocho.
Son, son, son
de Tijuana al Barrio de Triana.
De Nigeria al restaurante chino.
Del club al asador.
Boomerang de los que han visto
el trigo limpio de la lava.
La envidia entre médicos
para sanar la sombra de los espacios.
Son, son, son.
Ocho de marzo.
Ocho cómo siete o quince.
Un corazón umbilical.
Porque la diferencia no basta.
Y ser mujer es un son
de lucha.
Sororidad entre hermanas.
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