Bola de cristal

Te echo de menos...

Miro al espejo y en él

recorro cada instante donde tú eras,

aquella montaña

que verde derrama su hoja.

Tus ojos eran chispas de alegría,

de horno avivando el café.

Y tu mueca tenía tallada la sonrisa

del que cree en el Amor.

De la boca que a borbotones besa 

sarmientos de aguadulce.

Dónde estás, de Cástulo edén rojizo.

Dónde encofrado el hombre que mora y

que arroyo derivaba 

la fluidez absoluta.

Te echo tanto de menos.

Tus manos hebillas de mis manos.

Tu espalda, amparo de roca.

Tu cuerpo botón del mío.

Cuando de noche, avistamiento de alegro,

y enredadas tus máculas

con cada uno de los travesaños de mi pena.

Es tan dolorosa esta situación.

Y tú, inmune.

Y tú, zarcillo.

No te recuerdo.


 


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