Dana voz

Quisiera que esta lluvia

se detuviera un momento a respirar.

Que frente al borde del río 

fuera capaz de domesticar 

a los peces.

Y sellar su mirada acuática 

delante de los fosos.

Sería un segundo de paz 

para los que vivimos 

en el humeral de la cadena perpetua.

Es tan taciturno este chorro 

que emana de este corazón caliza,

qué no puedes comprender 

el manantial de la palabra.

El llanto voraz de lluvia 

que te abrazaría hasta el límite.

Así,  con la espera del desbordamiento 

a pocos metros de la verdad.

Balanceando la vocal en su superficie, 

en un ratón a la vida.

Aquella en que tú sonreías 

frente a tu reflejo 

y habías cedido 

la cuenca entre tus manos.

Llueve. Y los aljibes vomitan 

lo que yo freno en su peregrinaje.

Las acequias como gallos de la tierra.

Los charcos del agotamiento de esa frase que

decidiste cambiar en el último instante

hurgando el asfalto 

entre las cuencas impostoras de las aceras.

Tan difícil no quererte.

Fingir que el alma está seca.






Comentarios

Entradas populares