Serenidad
Las iguanas carecen de tono para desapercibidas ignorar la lucha. Todo truena cómo un bote consumido por su rabia. Tocan el timbre. Bajo apresurada con la oración de apertura. Traen panfletos para las bocas mustias del metal. Y me quedo durante unos segundos disfrazada de gotelé. De pasillo, bajo la luz chata de una bombilla abeja. Puedo fingir que formo parte del mobiliario del mundo. Una fachada. El escaparate multiverso de un librepensador. Pero, soy incapaz de crear fuego con el chasquido de mis manos. Ni puedo detener la ola frente a un transbordador. No soy Dios. Ni siquiera la pulga de sus perros guardianes. Es tan fácil, aquí, encaramada a un palillo. Solicitar treguas. Ondear los cuchillo blancos. Sólo el opio calma la intemperie. De este escenario camaleónico. Fundirme con la pintura acrílica. Y ser un paisaje más. De los "poetalitros".