Coordenadas agrarias

Ni siquiera estábamos rotos

 

cuando nos tropezamos,

 

porque éramos más que dos esquirlas

 

de árbol caído.

 

Y al mirar a los ojos

 

la buena suerte asomó su tapiz

 

cubriendo de un manto menta

 

cada paso que emprendíamos.

 

Los castillos parecían zulos

 

y una tarde naranja con el mar como vecino

 

guarecen riquezas que jamás una hormiga

 

ha contado.

 

El amor de tebeo

 

a una edad, se queda rancio,

 

en la aventura de los supervivientes

 

en una nave exponencial

 

para ofrecer lirios donde sólo brotan

 

piedras de incertidumbre.

 

Descosidos de chaqueta, recortes de diario.

 

Pero, en los ojos llevamos

 

tatuada la buena suerte

 

y mientras el jilguero cuerdo

 

pueda oscilar entre las ramas

 

estaré sosteniendo tu pedazo péndulo

 

como tú agarras con ahínco

 

la porción de mi tierra

 

que camina.



Comentarios

Entradas populares