Bala y plomo

Crece el encantamiento

cuando en el cruzar de la mirada estrábica

una ola emerge, nacida del saludo

y de la infusión de té y de ruda.

Un hechizo de paredes

que separan las voces  

cuando el amor se asemeja a la estación 

de los polluelos encastrados en matas

y la alergia simboliza el rechazo más evidente

del cuerpo habituado 

al plástico y a las gafas de sol.

Mírame sin repugnancia,

como lo hace el "gamer" en su trono,

o el ojo diabético a la tarta.

Y deja que hable tu boca

con el trino y los pájaros muertos

del choque 

contra la luna de un Seat.

Tengo el corazón roto

como una vieja lavadora de los noventa:

La corrosión de los años,

el salitre por los embarques, 

los detergentes de las marcas blancas

que han erosionado este cajón sin salida.

De tanto tumbo, volteo y fugas.

Vista aérea

de lo que no decimos

pero si centrifugamos con el coco.

El amor célebre.



 


 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de "Hasta dónde el daño" de Fer Gutiérrez

Ánima-les

Reseña "Piscina del Oeste" de Ágata Navalón