Casa sobre ruedas
Tiene el viaje en autobús, de un hermanamiento
que el tren no dispone.
El vagón invita a la lectura
y a la contemplación, digna del que
sentado sobre plástico duro
se cree coronado en su torre de marfil.
En el bus se acontece otra historia;
por la convivencia de los extraños,
de caracoles sin concha en una pandemia
con la injuria del freno
y con la calefacción, tufo de ropa vieja,
en un bautismo de la diligencia
que ha hecho que hoy
por fin podamos sonreír.
Nos saludamos con los codos.
Y celebramos el regreso de los que trabajan en servicios.
Para uno, cuando no puede el otro.
Y al alba ya la luz nos deja ver el sueño
que arrastramos.
Es un avión con ruedas.
De gente que trabaja en fábricas
que independiente del color
de sus mascarillas
ha aprendido que en la bola del mundo
de un autocar
nadie puede elegir la distancia.
Pero sí el saludo y a tender la mano pueblo
de los que nos miran desde sus coches.
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