Albatarno
La luz se distribuye anárquica
en el trascurso del día,
pone ojos a la tarde
y en el despertar da tregua al miedo.
Cuando lo evidente
está oculto
y el sol levanta su cofia
las calles parecen niñas
en veranos cítricos.
La vida, con su jerga aritmética,
te enseña la línea
del reverso de tus manos
para caminar con la paz de las almendras.
Es tan evidente la verdad,
bajo la luminosidad del que se refugia
en el estómago de los coches
como un gato de franjas
que mira sin maullido.
Que la primavera "cronógrafa"
abre aquello que quieto se moviliza.
Los años inanimados.
La amistad de vinos y croquetas.
Y por supuesto, el amor
con claroscuros expuesto
a esperar una nueva proyección
donde la gente retorne
de su pozo y volvamos
a ser niños en cines.
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