Desde la marea a los ojos

Cuentas de reojo al tiempo
y arqueas esa ceja discordante.
Te empapas de mar
sin tocarlo y aborreces las gaviotas
que vuelan hacia el verdadero.
Esa masa de latidos
de paseo nocturno sin Chopin.
Y el ángel que cada uno ha elegido
que se posa, rasurado de alas,
a través de la lectura: Wislawa Symborska.

La invoco mirando al mar.
Con el derecho rebelde
de etiquetar a dios con el nombre
más convincente a mis pecados.
Con el libro que rebela sus páginas con el viento.
Traga-olas de amianto.
La paz salina.
Y el credo poético que me expulsó.

De la gente que mira al sol sin gafas.

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