Inflamación de la moral

Cuando su pareja le recomendó
un amante. Ella, se quedó a
cuadros escoceses.
La cara desencajada sin pomo.
Se sintió como un perro abandonado
en una gasolinera.
Un gato atropellado que cojo
cruza la autopista.
Que se buscara un amante.
En una pletórica oda
digna de un actor francés
con implantes de pelo.
Y además él lo repitió
como el croar de un sapo.
No fuera que el oído
a través de la cobertura de la sesera.
Hubiese padecido alguna interferencia.
En la prerrogativa del amado bastardo
en que la susodicha tuviese
el quehacer de buscarse un puñetero amante.
Desde ese día te vi amarillo.
Olías a azufre.
Me rompiste la valla de seguridad
del abismo.
Ahora en la soledad de este lado.
Aún duele, y pienso como un perro o un felino.

QUÉ SOY DEMASIADA MUJER PARA TI.

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