H

La belleza en tiempo de locura,
con las máquinas apretando los sueños
como si de una tuerca se tratara
en el centro de nuestra frente,
aliviando el dolor con fármacos,
para mentir a la indigencia de un bienestar con truco,
el número primo de la amistad indivisible,
la educación de saldo,
los soldados tras los cristales,
los niños, los gatos, los abuelos,
ollas incendiarias en las noches de frío,
y el silencio, ante el deshielo
de una colina que nos separa.

Siempre he pensado que los ojos
del animal herido, frente a la reja
que lo separa del mundo.

Encierran el odio de las flores.

Ll.Ll.

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