Cirrosis
Cazar nubes, y guardarlas en adobo. Son así los pequeños deseos. Salar con las lágrimas al sol, y tricotar el verso para alcanzar el abrazo, la bufanda amarilla de muecas. De lengua de boca. De posadera sobre la hierba. De libro sin tomo. De cuerpo sin latido. Cómo tanta fe puede albergar este tórax y rendir tributo al mármol. A la lápida esculpida de una jaula sin puertas. Cazar nubes y depositar sus cabezas como trofeos en las paredes de la calle. Nubes anestesia, nubes rechonchas, nubes de oxidación, de llaveros y de barrigas. Nube que tapa al sol...Merece tanto escarnio si al final detrás de las piedras ni las arañas, ni los escorpiones, ni las larvas, habitan. Nube. Tras nube. Un día me perderás y te darás cuenta de que no era una nube. Una alucinación. Era yo y todo un cielo de artificio para la grava y poco más.
Lluïsa Lladó.
Lluïsa Lladó.
Nefelibática perdida.
ResponderEliminarPero del cirro a la cirrosis creo que hay un trecho.
Saludos.