TÁMESIS
Ves ese prematuro
que con restos sanguinos y placenta
llora su primer segundo de vida.
Es,la verdad desnuda.
Hay alguna que acaba en la incubadora
otras en la sala de adopción de un jardín de infancia.
Pero,siempre,con esa cera grasa,ojos prietos,puños cerrados,
yace verídica sólo en el parpadeo intermitente.
Sabed que aprendí a amar en la calle
cuando me cogían las maletas
gente extraña.
Me prestaban un brick de leche
para llenar un talón hemorrágico
con dos senos
de niños sin boca.
Cuando el cemento
abría las puertas en una zanja
permitiéndome crecer ortiga,
con aroma a orégano.
Mi familia fue Colombia (Patricia Salazar),
los bizcochos de forma redonda
engendrados
con la certeza más absoluta.
Nunca he odiado más que el Clow Red
de mi nariz vino en el reflejo de un celofán,
el dormir en un coche ataviada con un prado,
expectante de que no me despertara
la farola que castrada su lengua
me miraba.
Niña guerrera de tenedor
y no cuchillos.
Me regenero como la cola blanca de la lagartija,
el diente del escuajo
y las células sin madre.
Busca en mi iris,
soy arco,
la flecha la llevo clavada
en la misma mañana parturienta.
Y esa es mi verdad non nata.
Erradicar sin consecuencias
hasta que mi mente vuelva a crecer
en un estadio de amapolas.
que con restos sanguinos y placenta
llora su primer segundo de vida.
Es,la verdad desnuda.
Hay alguna que acaba en la incubadora
otras en la sala de adopción de un jardín de infancia.
Pero,siempre,con esa cera grasa,ojos prietos,puños cerrados,
yace verídica sólo en el parpadeo intermitente.
Sabed que aprendí a amar en la calle
cuando me cogían las maletas
gente extraña.
Me prestaban un brick de leche
para llenar un talón hemorrágico
con dos senos
de niños sin boca.
Cuando el cemento
abría las puertas en una zanja
permitiéndome crecer ortiga,
con aroma a orégano.
Mi familia fue Colombia (Patricia Salazar),
los bizcochos de forma redonda
engendrados
con la certeza más absoluta.
Nunca he odiado más que el Clow Red
de mi nariz vino en el reflejo de un celofán,
el dormir en un coche ataviada con un prado,
expectante de que no me despertara
la farola que castrada su lengua
me miraba.
Niña guerrera de tenedor
y no cuchillos.
Me regenero como la cola blanca de la lagartija,
el diente del escuajo
y las células sin madre.
Busca en mi iris,
soy arco,
la flecha la llevo clavada
en la misma mañana parturienta.
Y esa es mi verdad non nata.
Erradicar sin consecuencias
hasta que mi mente vuelva a crecer
en un estadio de amapolas.
Difícil y dura lucha esta declaración de intenciones.
ResponderEliminarPero es mejor ponerse a ello, que quedarse parada.
Felicidades.