LAPISLAZULI
De regreso de la guerra
nada es nada,
un revelado de café,
fotograma a hierro marcado del frente,
caminas por el asfalto
con minas
y esquivo es el compás de mis piernas,
con prótesis,
piensas que el enemigo
se esconde en cada coche aparcado en batería,
rompo las filas de la cola del supermercado
y lleno la cantimplora del grifo del aseo
de una plaza sin niños.
Cavar supone hacer tumbas,
mirar al cielo
en busca cazas,
ese sonido ultrajado
cuando rompe la barrera
ya no se escucha
el imán con el rezo
ahora es un altavoz que ofrece
un horario comercial de otra contienda
con otros soldados y armas.
No lances la olla al suelo,
no asustes con los brazos en alto,
no intentes inmovilizar,
horas bajo la tortura
me hicieron resistente
pero secaron las venas
que trasportan los sentimientos a la azotea
yo vine de Irán
soy Kurda
me metieron en un zulo,
como los estudios que habitan en las playas,
arrastrándome sobre grava
y así triunfé sobre la muerte,
el castigo fue
perder compañeros de combate.
Me ponía delante
pero los francotiradores
traspasaban mi cuerpo matando
todo aquello que tocaba,
ahora vivo en una cuidad
que mira rara a los presos,
y cuando se acerca alguien por la retaguardia
busco mi daga en el bolso.
nada es nada,
un revelado de café,
fotograma a hierro marcado del frente,
caminas por el asfalto
con minas
y esquivo es el compás de mis piernas,
con prótesis,
piensas que el enemigo
se esconde en cada coche aparcado en batería,
rompo las filas de la cola del supermercado
y lleno la cantimplora del grifo del aseo
de una plaza sin niños.
Cavar supone hacer tumbas,
mirar al cielo
en busca cazas,
ese sonido ultrajado
cuando rompe la barrera
ya no se escucha
el imán con el rezo
ahora es un altavoz que ofrece
un horario comercial de otra contienda
con otros soldados y armas.
No lances la olla al suelo,
no asustes con los brazos en alto,
no intentes inmovilizar,
horas bajo la tortura
me hicieron resistente
pero secaron las venas
que trasportan los sentimientos a la azotea
yo vine de Irán
soy Kurda
me metieron en un zulo,
como los estudios que habitan en las playas,
arrastrándome sobre grava
y así triunfé sobre la muerte,
el castigo fue
perder compañeros de combate.
Me ponía delante
pero los francotiradores
traspasaban mi cuerpo matando
todo aquello que tocaba,
ahora vivo en una cuidad
que mira rara a los presos,
y cuando se acerca alguien por la retaguardia
busco mi daga en el bolso.
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