SIN NOMBRES
La capacidad de una jabonera-concha
esa que esculpe perlar de cuentas
atrasadas
de vagones descarrilados
sobre raíles de supervivencia
Nací mujer con mi primer llanto
ante los ojos carroñeros
me desposó un sádico
en una caja metálica.
Perdí la inocencia y mis cabellos
fueron amputados en nudillos
que solo sabían chillar,
chillar,
chillar,
en la galería obtusa
de ese túnel colgante
de teleférico con pasaporte al destierro,
chillar,
chillar,
y no olvidar esa tez volcánica
de acné mal curado,
esos labios descompensados
y la fuerza encadenada
y ya la mente en blanco.
querer morir.
Volver al útero materno
que vio nacer mi cráneo,
conseguir dormir una noche entera,
no cerrar la puerta de estancia
ni atrancarla con el sofá,
justicia para las mujeres obligadas
a sentarse de rodillas,
para esos sucios
que limpian sus manos
en el cuerpo de la niñas.
Ya no quiero morir,
quizás aceptar,
y seguir en la guerra silenciosa
para que cada marca poema
denuncie
y no quede en voz iónica
chillar,
chillar
y chillar
la palabra
abuela.
No para el grito en su eco viajando hasta el fin.
esa que esculpe perlar de cuentas
atrasadas
de vagones descarrilados
sobre raíles de supervivencia
Nací mujer con mi primer llanto
ante los ojos carroñeros
me desposó un sádico
en una caja metálica.
Perdí la inocencia y mis cabellos
fueron amputados en nudillos
que solo sabían chillar,
chillar,
chillar,
en la galería obtusa
de ese túnel colgante
de teleférico con pasaporte al destierro,
chillar,
chillar,
y no olvidar esa tez volcánica
de acné mal curado,
esos labios descompensados
y la fuerza encadenada
y ya la mente en blanco.
querer morir.
Volver al útero materno
que vio nacer mi cráneo,
conseguir dormir una noche entera,
no cerrar la puerta de estancia
ni atrancarla con el sofá,
justicia para las mujeres obligadas
a sentarse de rodillas,
para esos sucios
que limpian sus manos
en el cuerpo de la niñas.
Ya no quiero morir,
quizás aceptar,
y seguir en la guerra silenciosa
para que cada marca poema
denuncie
y no quede en voz iónica
chillar,
chillar
y chillar
la palabra
abuela.
No para el grito en su eco viajando hasta el fin.
Niña, te superas, no existe para mí esta producción, lo haces desde las tripas
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