Los leños cortados del mismo árbol.

Los vasos estaban de sosiego, pues,
no había pisadas de diplodocus
cerca, los broches trabando solapas,
los rotuladores todos beatos con sus casullas,
en una terrenal paz
de sabernos amigos.

Me agradaba esa alianza entre Sigourney  y Alien
dándose la mano
de paseo por un jardín de cráteres acneicos,
mirar a los lados,
y amanecer, que era la hora de la semana,

más corta de mi vida.

II

El juego endemoniado
de querer razonar en idiomas distintos,
espolvorear de sal sus alfombras de caña
para que no nevara,
nunca.

III

Risa.

Para que se balancearan con mi osadía
las telarañas.
Para liberar los mosquitos
de sus ataduras.

De ignorar que ocurriría
detrás de una puerta seca
por falta de riego.

Le molestaba mi presencia,
era una neurosis apocalíptica
del desconcierto sin músico.

Pero, ese jueves
conocí la voz más turrón de todos los cuentos,
el lobo iba quedando calvo,
con una alopecia devastadora,
cada vez que al abrazo
mis pulmones
eran dos aleros
que volaban con mi boca a su cuello.

IV

Ulises tiene el don del canto,
y una más que sirena
acaba siendo cecina para arroz rico de cuaresma;
tanta abstinencia sexual
y luego, la colocación de brasas
en medio del hielo, para con disimulo
observar lo bonito de los cortinajes,
las plantas en coordenada
y un libro, regalo de aniversario,
apoyado a la pantalla
de las mariposas.

V

Cuando somos amigos, río
y soy torrente, he de reconocer
mi testarudez isleña
de amarrar por los cuernos al Minotauro
y galopar por las habitaciones
como una diestra amazona.

Pero, él, que es listo
me ubica en el centro del laberinto.

Y de este amor,
no hallo la salida.

VI

Me gusta jugar contigo.
Creo...
que no habrá concursante mejor
que evite el peligro,
con ese ritual del sur, llegó a maldecir el sur,
unas quinientas veces.

Número, gorgoteos,
parecía un hechizo de Poeta,
pero él, el mago órgano gigante, el hombre de la voz poderosa,
no sabía que en mis adentros invertía
el sortilegio.

Al sur de tus ojos.
Al sur de tus muslos.
Al sur de tus palabras.

Directamente a sotavento,
destino abrazos.

VII

El piano y los dedos.
El pirata y la carabela.
El médico y la espalda.
El filósofo y la calavera.
El hombre y la mujer.
Poeta contra Poema.











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