Penitencia
Puede la rosa, sin ser flor,
nacer de la piedra.
Y creer en los milagros
que invento cada día,
cuando regreso a casa
con la bolsa de una tristeza
marcada en mis ojos.
Pero en la montaña, el sol,
cada mañana sale tres veces,
y acorto las hojas del calendario
para el canto de una madre
tras la alambrada.
Cicuta para mis labios.
Y un cielo para que unas manos
me alcancen desde el destierro.
Amor incondicional.
Sable de mago en mi vientre.
Calles, aceras, portales
y un ratón trémulo
dentro la torre vigía.
Comentarios
Publicar un comentario