Gesticular

Un simple gesto puede convertir el oro en llama.

Pequeños detalles.

Desbarajuste de la vida con una peculiar mecánica.

Los cuales encienden aquellos quemadores 

que enseñan la verdad a los que vivieron

en una falsa.

Y tal vez, esperar que la guerras terminen,

ahora, que borrachos:

de penas,

de luces,

de vodka

no elucubramos con la sensatez necesaria

para enhebrar el hilo a la aguja.

Enhebrar...

¿Qué aparatoso o contienda?

La herida al coser la boca del infierno.

Imaginación de la nieve derretida en un vaso.

El vómito sobre mi pijama 

haciendo pantomimas a la fiebre.

La estupidez de lo efímero.

Cuando me enseñaron a querer al árbol

como a la persona.

Coser la herida, sin hilo.

A picotazos con la aguja.

Duele, sí, pero te hace mirar las guerras de otros 

y a mirar el horizonte

de charcos incendiarios.

Un simple gesto y sin embargo, se apaga.



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