Satírico

Esta saña común entre vosotros dos,

la acrobacia hiriente del carterista

que hurta el buen propósito 

en una escala de faltas.

He de decir que ronda el hastío,

de lo que se sostiene, en la pesadumbre.

La minúscula alegría sobreviviente,

que vosotros, con dientes de escualo y falacias,

vais insertando desde la mano leprosa 

en mi corazón.

Me tomáis como a un manojo de spaghetti,

para presionar malévolamente 

en el colador de Ikea

hasta la última gota de agua.

Un limón partido en tres y los puños, 

contra cada gajo, 

para orquestar un golpe de estadio 

a esta pantomima de mi ayer.





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