Miradas que matan

Mirada que no miente.

He levantado el entrecejo para avistar 

el veneno que de tus ojos botones.

He sentido el odio cercenando mu corazón 

y con un hábito de tristeza han enmohecido 

mis tripas.

La pena que sumergible se apodera 

del cazón de este auto de choque.

La simplicidad del que, a pesar, de las maniobras 

de ventrílocuo 

no han conseguido exterminar 

el ajo entre las matas.

He visto en una milésima casual

cómo me mirabas 

e Ícaro se ha apiadado 

de mi desdicha.

La evidencia de la humillación perpetrada,

las abejas pegadas a la miel 

y este foco que fulmina láser 

el agotamiento del que regresa 

al manantial seco de peces.


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