Fantasmilandia

Acaso se puede competir con un fantasma.
Con la sábana presa
y un reguero de flashes.
De tener, tenedor-goma-carné, ciudades
escondidas en las manos.
La palabra tirita con el ofrecimiento pústula del corte serrucho.
Que exclama en su sierra la nieve
es-peranza del deshielo.
La flor: Un fruto prohibido.
Que en esta muerte de huesos
aún resiente la lluvia. El sol de frasco.
La rendición de las pestañas:
cuando cierro los ojos o la puerta del horno,
y pincho el enlace que de rosa me lleva al sarro. En este enjambre
de melancolía, que habla con un agua
de cruce de callejero.
Con la cavilación de que los zapatos
piden tregua.
Porque hoy me apetece un mechero
para quemar
todo lo que nos moja y deja
sin una triste chispa;
chorreo de la inundación clave que te asfixia
como un limón en un pollo.
De fantasmas que vuelven por Navidad.

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