Divagación

Vergüenza ajena.

Si no somos más que simios en congregación
adorando a un espejo, en qué nos hemos trastocado los poetas, algunos, no todos, o quizás demasiados, en ligas de futbolistas de diferentes razas, buscando copas de oropel, de alevines levantando sus fosas en pequeñas burbujas de agua.

Tanto egotismo, segregación, mudez, barbillas levantadas,
dedos acusatorios, folios que huelen a orín,
bolígrafos para las chequeras.

En qué soy y yo que sé en que me he trastocado.

Panero, que está en los cienos, levante y hable,
ponga un poco de orden, salve con su hálito de nicotina este descontrol
que ha abierto la veda y construye muros de Trump
entre los mi(s)mos poetas.

Poetas que desnudos, en la hipótesis
de los derrocamientos, acabarían
juntos en la cámara de gas.

¿Por qué nos hemos olvidado de ésto, Señor Panero?

Comentarios

  1. ¡Ah! inocente
    -solo una inocente puede hacer esas preguntas-
    más vale tarde que nunca descubrir
    que la poesía es mujer de gustos comunes
    que odia a los poderosos adinerados
    y que jamás habita un poema con interés, bancario.

    Un abrazo, bajo el guindo.

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