La ligereza.

Él era mi amigo, porque yo quería
que fuese mi amigo,
y el tiempo lo había transformado en un mago.

Su luz era prodigiosa y muchos meses
de polillas habían dado lugar
a una faz de chamanismo que le envolvía entero
mientras encendía velas blancas
 hablábamos, o mejor dicho,
sólo la verborrea de la que testifica.

Cuando tengo tiempo, y en los últimos meses no tengo.

Acudo a su sanación adquirida: reiki, y su seguridad
convence, y eso, que siempre he sido
una cafre incrédula..

La verdad que fue terrible la sensación
que invadió el pecho
y un alarido de pena
salió libre de entre las costillas.

Entonces mi amigo que ahora era mago,
con su haz budista
y las tenazas que te sujetan del abismo
me abrazo muy fuerte,
y dijo, saca lo que apresado yace en tu pecho,
llora, saco todo lo malo,
esta condena no se va ni escribiendo.

Las palabras no la pueden liberar por mucho que escribas.

Llora y no tengas miedo.




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