ROGER DE LIS

Traes con tus manos rotas
una olla de cardos
para saciar la cazadora de mi tórax,


me acunas en noches
cuando la locura
borda mis pupilas
en uvas.

Ángel que me cuida,
adorna con tu plumaje
pavoneando tu sazón.

Alimento,
paseas el vestido
de la niña prisionera
en volantes y dobladillos.

Ángel que me cuida
con garrafas de agua,
llenas la bañera de esperanza
para que mis aletas abaniquen
un sueño de cinco años
llamado hijo.

Consejo y sonrisa de anguila
duerme a mi vera
y háblame
de Melilla,
del huerto,
de tu amante,
no me importa.

Ángel que me cuida
con forma de hombre,
viril cuando se le antoja
y hermano
a la hora del entierro.

Quesos por ración,
naranja febril
y lengua.

Cuídame
que cuando la madrugada
se vengue
y tus crines,
anémonas
que nos narcoticen sean.

Allí.

Junto a la farola.
en el asiento desgastado de tu coche,

una flor
y de jarrón una lata de cerveza.





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