DEPÓSITO
Cuando el cuerpo
yace
en una camilla
de hospital.
Una señora
vestida de blanca
mira
desde el biombo.
Lo único que pide un brazo
es que le tiendan la mano.
Cuando la prueba nuclear
acecha
y el dolor
se convierte
en costumbre.
Y solo hay
paredes verdes
de acrílico
y ninguna sonrisa
alberga
en la sala de espera.
Olor a desinfectante
y sin música en las salas.
Un cuerpo yacía
y una mano buscaba otra mano.
Siempre pedía
poder asirla
como el péndulo
que mira al precipicio.
Cuando tu me amarras
al ancla
y siento el latido
de los árboles azules.
El cuerpo no tiene miedo.
Aunque no sepa ni como se llama.
Basta tan poco...
yace
en una camilla
de hospital.
Una señora
vestida de blanca
mira
desde el biombo.
Lo único que pide un brazo
es que le tiendan la mano.
Cuando la prueba nuclear
acecha
y el dolor
se convierte
en costumbre.
Y solo hay
paredes verdes
de acrílico
y ninguna sonrisa
alberga
en la sala de espera.
Olor a desinfectante
y sin música en las salas.
Un cuerpo yacía
y una mano buscaba otra mano.
Siempre pedía
poder asirla
como el péndulo
que mira al precipicio.
Cuando tu me amarras
al ancla
y siento el latido
de los árboles azules.
El cuerpo no tiene miedo.
Aunque no sepa ni como se llama.
Basta tan poco...
ufffffffffff, diossss me has sobrecogido... maldito cáncer que mata de forma tan vil...
ResponderEliminarCualquier enfermedad es mala Lola.La soledad es una terminal...Y mi poesía es libre de ser interpretada.Gracias Lola.
ResponderEliminarUna mano, una sonrisa, una mirada. Cuesta ta poco!!
ResponderEliminarUn abrazo MariaLuisa.