Fe

Los muros podrán desplomarse,
que mis manos sostendrán
la pesadumbre. De los que vivimos

con el alma impuesta.
La cuantitativa de los besos
y de los puñados de sal
que no hay más necesitad que la luz
a cachos entrando por un desagüe.
Y mi hombro guardaespaldas
para cobijar las herraduras
que incisas no dejan marcas

No tengas miedo.
Qué el camino de ángulos se hizo
para las botas pesadas de mis ojos.
Toma mi mano, madera de lima,
que te ata fuerte a la perspectiva
de las zancadillas
que el oráculo nos depara cojo.

Un café incierto de paquete descomprimido.
Tu sentido del humor paupérrimo.
Y trozos de nosotros en fotos de cine.

Qué necesitamos.
Si somos pájaros.
Si al caso la salud. Y un vaso de agua.
Un vaso de agua.
La riqueza del viajero.
Del nómada.
De la garganta de niño.

Bebamos.
Y brindemos por la salud.
Que la maleza
también necesita de ella
para crecer dentro de nosotros.

La suerte, está echada.
Y ahogarse no sirve.
Cuando lo que te apacigua
y sacia. También te mata acuífero.

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